07 octubre, 2008

El fantasma sentimental


Aún no acaba el año y ya estoy alistando mi lista de cosas que debo hacer sí o sí antes de que la locura de terminar conmigo mismo me agobie.
Relativamente las personas encuentran sosiego cuando están "tranquilas" en todos los sentidos de la palabra. Debo confesar que a mí la palabra tranquilidad me espanta. No considero mi vida ni mucho menos las de mis historias sin esa pizca de desorden que todos debemos extrangular para después de pasada la tormenta obtener frutos que valgan la pena. Hace un par de años atrás por estas fechas ni pensaba que algún día escribiría de las cosas que deberé hacer llegado un nuevo año. Ahora el tiempo es mi peor enemigo. Llego a los lugares que debo asistir y me retiro como un sentimental fantasma. Subo y bajo combis para volver a llegar a nuevos lugares y por último retornar a casa para poder descansar el poco tiempo que debo aprovechar alejado de vicios tontos -que siento y soy consciente-me hacen daño.
Quizá en esa enorme lista debe y tiene que estar el simple hecho de anular una cuenta que la abrí por pura curiosidad y que fue convirtiéndome paulatinamente en alguien tan predecible. Este año que acaba o mejor dicho que agoniza ha sido un juego de espejos pues ha reflejado todas mis ambiciones pero contrariamente ha subyugado mi verdadera vocación. Y es que a veces el dinero no lo es todo, dado que existen cosas más importantes que nos ayudan a seguir en pie. Será por eso que no me siento hoy por hoy completo. Será por eso que en mi larga lista de vicios menores está el simple hecho de anular una cuenta hotmail para extrañar algo o a alguien. Para volver a mi verdadero yo, dejarme de cojudeces y no poner un carita feliz y ridícula en el messenger cuando en el fondo estoy partido en mil pedacitos todos chiquitos y dolorosos. Será por eso que no tener un típico y filtrero hi5 (que si no es por el idioma que estoy estudiando no supiera qué diablos significa)puede ser la receta para mi hoy declarada adicción a esas trivialidades que sin saberlo me han convertido en un esclavo y en un fisgón. Para alguien como yo que siente que su vocación radica en crear vidas paralelas a nuestra propia realidad estos avances tecnológicos pueden ser adicciones que van relegando lo más importante a su particular forma de ver las cosas. Debo confesarme ante mí mismo y acusarme, acusar a ese otro yo, superficial y tonto, que ha permitido que esas nimiedades permitan dejar al margen lo que realmente quiero hacer.
A mí la Internet poco o nada me ha facilitado la vida y ha tenido que pasar un año para poder darme cuenta que de aquí en adelante lo menos que he de tener es tiempo y es por eso que una de mis promesas particulares ha sido valorar más mi ajetreada forma de existencia. He empezado a desconectarme poco a poco de aquello que no suma nada en mí (particularmente los cambios radicales son extremistas y no quiero sentir tentación de volver a caer en el pecado de retornar) y por el contrario ando muy animado en la escritura de una novela que pienso titular "Caza de cuervos". Quizá es esa novela la llamada a sacarme de este profundo marasmo en el cual me encuentro. El único espacio con el que siento que podré convivir llegado el nuevo año es este blog que de una u otra forma me ha servido para no sentirme completamente un imbécil.
Me gustaría hacer lo mismo que hace dos años atrás hacía con mi vida. Existir por y para mi escritura. Hoy, aunque las cosas no son como yo las esperaba, siento y debo aceptar que esto es parte de un aprendizaje, uno personal y hasta me atrevería a decir literario. Alguna vez hablando con un amigo escritor peruano me sugirió una breve reflexión a modo de pregunta, ¿qué clase de escritor deseas ser? me preguntó e increiblemente me quedé callado aunque pude haber ensayado una respuesta inteligente pero no una precisamente de la cual me sienta completamente convencido. Lo rescatable de aquella vez es que en ese preciso instante aprendí que a veces quedarse en silencio es un modo de respuesta. Sentí además que el vehemente joven que fui había desaparecido de mí para quizá hacer todo un peregrinaje que terminará llegado el último día de diciembre. Cuánto me gustaría poder hoy decirle a aquel amigo mi verdadera respuesta, una de la que hoy estoy completamente convencido. Si yo existo es por lo que escribo, si no escribo, me siento el ser más deshonesto conmigo mismo. He aquí mi Mea Culpa.


*Fotografía de Henri Cartier-Bresson

Celos

-Por ahí álgún músico que me agradaba afirmaba que los celos son mitad falta de sesos y mitad inseguridad. Creo que tiene algo de razón...
-Profesor...
-Sí, Santiago, dime.
-Pero Camilo Cesto tiene una canción que se titula "Celos" y él dice que uno siente celos porque en realidad uno siente miedo de perder lo que más quiere en la vida.