La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano
Ella dice que me ama aunque no quiere que
yo sea el único hombre que duerma en su cama.
Y yo me trago el inmenso dolor
de no ser exclusivo en su alma.
Cuando yo tomo su mano en la calle
no me importa que hable de Bosnia o Timor Oriental
ni que sea terrorista
y se empeñe en hablarme en su lengua natal.
Ay, amor, amor, ya yo he aprendido
a no hacerme tu marido
y aunque ni pueda ser tu novio quiero tu amor a trois
y llévame por la izquierda en este temporal.
Ay, amor, amor, si no eres mía
al menos dame utopías,
pásame tus causas perdidas y como algo vital
sálvame de vez en cuando de mi soledad.
Aunque seas tan solidaria, tan sindicalista
yo te seguiré en tu activismo ancestral
a esas manifestaciones
y te ayudaré a empapelar la ciudad.
Aunque seas tan feminista y te gusten las chicas
nada va a impedirme que te pueda amar
y hasta prometo aprender de memoria
el libro de Simone de Beauvoir.
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