27 septiembre, 2009

La noche en que todos nos volvimos locos


De pronto estabas ahí, de espaldas al público, cubierto por un fondo musical que anunciaba que aquella noche sería histórica para todos, para Lima, para los que te seguimos, y por supuesto para ti también. Era tu vuelta a los escenarios, y aquella postura en la que te vi iniciado el concierto (mirando a tus músicos) no me hizo pensar en otra cosa que nadie más que tú quería –de principio a fin– disfrutar de aquel tan esperado regreso.
El padre del rock argentino estaba frente a mis ojos, la leyenda de la que oí, vi y leí, se dirigió al piano, y todas las cámaras del mundo y filmadoras (quietecitas en el aire), suspendidas como aves negras buscaban capturar la primera canción.
Es verdad lo que afirman los periodistas, Charly no es el mismo de hace años, se le nota remozado, con una nueva capa de barniz en el alma, y es que todo parece indicar que Carlitos dejó los porros y las líneas blancas en Buenos Aires y se decidió por fin a vivir en el delirio musical que es el que mejor le asienta.
El piano empezó a sonar, y los corazones hicieron eco en una batería que tenía la misma velocidad que nuestros latidos, la misma euforia contenida por años se desbordó y cubrió el coloso de Ate, era la primera canción de la noche “El amor espera”. Charly había vuelto a pesar que muchos creyeran que estaba muerto para la música, estaba ahí en el escenario, esbozando una risa de niño pícaro, haciendo lo que mejor sabe hacer con el piano desde que tenía 4 años e intentaba ser un pequeño Mozart.
Dicen que fueron aproximadamente 15 mil personas al concierto, yo que estuve en una ubicación generosa y muy “naif” dirán algunos, me atrevería a decir que en ese mar de gente no habían 15 mil puntas ni a patadas. Y me atrevo a decir ello, porque de tanta espera y quizá un poco de nerviosismo al ver que eran las 9:30 pm y no pasaban más que aburridos spots publicitarios en las sendas pantallas que estaban a los costados del escenario, me dieron unas ganas caprichosas de ir a los servicios higiénicos, y cuando volteé, pensé que de salir no podría volver entrar. La emoción hizo el resto, la música sonando a mil tranquilizó mis ansias urinarias. No quemé las cortinas de nadie por desesperación, pero sí, es cierto, me encendí de amor. El momento desde que oí por primera vez a Charly se había conjurado, el éxtasis hecho rock. Nunca en mi vida grité más fuerte Why don´t we sing this song all together. Open Your mind...
Aquella imagen de Charly con los puños cerrados saludando a su público es la imagen que habré de guardar de aquella noche como si fuera una postal, ese gesto, ese simple gesto buscaba en el fondo decirnos a todos, a todititos, “la hice, loco” “le gané a las drogas” “aquí estoy… de vuelta”.
Nunca sabremos con exactitud por qué Charly eligió Perú para su regreso, a nosotros sólo nos queda agradecérselo en el alma. Él ni bien bajó del avión y dio su primera conferencia de prensa sólo atinó a decir que volvía a Lima por “una cuestión de química”. De su salud nos hemos enterado casi todos por amigos cercanos que gustan de su música o por las noticias que flotan en Internet, supimos por ejemplo, que Charly estuvo internado en una clínica psiquiátrica y en marzo pasado -tras otro período de reclusión en la quinta de su amigo Ramón "Palito" Ortega- reapareció con un breve show en Luján. Supimos también de su último video click titulado “Deberías saber por qué” y no tardamos en colgarlos en nuestros blogs para ver el video desde nuestros trabajos y lograr que las palabras calaran en nuestras almas tristes y nos amenizaran una tarde o una noche en soledad.
El concierto continuaba. La noche se cubrió de rock, en el aire flotaban temas como “Promesas sobre el bidet”, “Yendo de la cama al living” “Raros peinados nuevos”, “Llorando en el espejo”, “Vía muerta”. Y los clásicos de siempre: “Demoliendo hoteles”, “No voy en tren” o “Estoy verde”. Muchos de los presentes vibraban con esas canciones que seguramente habían sido y seguían siendo parte del repertorio musical que cada uno de nosotros tiene, y es que Charly García es y seguirá siendo parte de nuestro soundtrack personal.
La banda que acompañó a Charly merece una mención aparte, secundado por el
"Zorrito" Quintiero, la bellísima Hilda Lizarazu, el "Negro" Carlos García López, (con quién se dio un piquito en pleno concierto), el trío de guitarra/bajo/batería que asumen los músicos chilenos Kiushe Hayashida, Carlos González y Tonio Silva Peña, sencillamente la rompieron esa noche, y han de haberse sentido tan alegres como nosotros al haber compartido el regreso de este nuevo García. Realmente la banda como lo afirmase el mismo músico va más por el lado de Clics Modernos (álbum de 1983); y qué gusto da en realidad, después de casi 2 horas de adrenalina, haberlo oído de manera impecable, haciendo buena música, dejando atrás ese pasado que hizo creer a algunos que Charly sólo era un músico de escándalos. Ahora que sus escándalos son parte del pasado y que la rueda ha empezado a girar y es imparable, llegarán a nuestros oídos la locura que se desatará en Chile o en Argentina cuando festeje sus 58 años en el estadio de Vélez. Ese Charly es el que queremos todos, el loco maravilloso que nos hizo convertirlo en nuestro propio vicio musical, el inacabable músico que tejió palabras en el alma, y nos hizo vibrar y llevarnos a nuestras casas la gran felicidad de poder afirmar que hay Charly García para rato. Say no more, loco.

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