11 febrero, 2010

La ùltima mudanza


En los parlantes de mi computadora suena El último baile de Nacho Vegas. Sobre mi escritorio está 2666 de Bolaño, La última mudanza de Felipe Carrillo de Bryce, una película que aún no he visto de David Lynch, una cajetilla de cigarros por la mitad, un encendedor que no es mío, un muñequito del hombre de arena made in China, unas hojas con algunos escritos a puño y letra. Miro las paredes de mi dormitorio, no se aprecia ningún cuadro, ningún recuerdo, sólo un reloj sin pilas que marcan las tres en punto y una pelota de básquet que parece acusar mi poca iniciativa hacia el deporte.
Acabo de hablar con mi madre, me ha dicho que los hijos crecen y se van, la he mirado a los ojos y se ha quedado en silencio casi mirando la nada. Ella y yo estamos esperando el momento, el momento de la partida. Las cajas de mi mudanza desfilaran por sus ojos y el peso de las mismas no se igualará al peso de su corazón entristecido al ver que su hijo se ha hecho hombre y ha decidido alquilarse un departamento para empezar su vida. Tomar la decisión no ha sido fácil, cuando tenía dieciocho años solía decir que algún día habría de mudarme y es raro porque solía repetirlo tantas veces que ni yo mismo creía que algún día llegaría ese momento. Pero ya, ya llegó.
Ya no tengo dieciocho años, tengo veinticinco y acabo de tomar la decisión, la próxima semana firmaré el contrato del alquiler. Al principio iba a mudarme con un amigo, íbamos a compartir el espacio que es bastante generoso, fumarnos unos cigarrillos y algo más y quizá jugar Play Station hasta que uno de los dos terminase aceptando que era menos capo que el otro, pero después de haber intuido su respuesta me la ha hecho pública por estos días y ahora voy a mudarme solo. Él me ha dicho que ha mirado los ojos de su madre y que le ha entrado unas ganitas de protección increíble. Yo lo entiendo, en otros tiempos le hubiera dicho muchas cosas o lo habría juzgado, ahora, simplemente lo entiendo.
Mi caso es distinto, totalmente distinto, siempre tuve esos deseos de independencia que mis padres detectaron a tiempo e intentaron arrancarme esa idea como se extirpa un cáncer dándome los mayores beneficios para que su hijo, o sea, yo, no salga de un lugar con ciertas comodidades a quien sabe donde y con quien sabe Dios. En realidad yo siempre quise irme a vivir a la mismísima París con mis amigos, por aquel entonces soñábamos con la buhardilla que toda persona que aspirase a ser escritor debía tener para que la dureza de la vida se nos metiera por el culo y nos enseñara que ser escritor es todo menos un juego de muchachitos. La culpa de esas ideas de juventud no la tienen ellos por supuesto, sino un señor de apellido Márquez y de nombre Gabriel y claro, un señor muy admirable apellidado Llosa y de nombre Mario que entre otras muchas cosas nos enseñaron que no hay necesidad de irse tan lejos para morirse de amor por lo que más te gusta hacer en esta puta vida.
Claro, pero como se imaginarán ustedes por aquel entonces nosotros preferíamos esa idea de la buhardilla y no aceptábamos a nadie más en nuestro círculo que no sea tan igual o más quemado que nosotros mismos. Hoy no estamos ni en París ni necesitamos pasar hambre para sentirnos escritores pero nos sentimos bien al seguir haciendo lo que más nos gusta porque como dice Sábato en El escritor y sus fantasmas el que ha nacido para escribir, escribirá, cualquier sea la carrera que siga, cualquier sea el obstáculo que se lo oponga. Y la importancia de su obra se medirá por la altura de los obstáculos.
No será fácil este paso sin duda alguna, pero con veinticinco años a cuestas siento que es necesario porque no quiero llegar a los treinta años y oír a otras personas diciéndome que un día se armaron de valor y miraron a sus madres directamente a los ojos e hicieron de tripas corazón y salieron de su casa a vivir la mismísima vida mientras que yo no pude hacer lo mismo. Si sucediese ese momento sé que me sentiría mal, y más que mal, sentiría que me he traicionado a mí mismo. Vería en los ojos de aquel que me dijese esto cierta valentía de la que yo carecí en su debido momento. Y si algo he sido en toda mi vida es un tío terco, autosuficiente e independiente para tener la entereza de salir de casa y atreverme a hacer locuras que nadie se hubiera atrevido a hacer a mi edad.
Me mudo porque quiero un espacio que no se limite a un cuarto, un baño y una salita de estar, me mudo porque quiero levantarme a la hora que se me pegue la regalada gana sin que una hermana o una madre estén gritando fuera de mi dormitorio para que yo me levante y no terminen por entender que si me levanto a esa hora es porque estoy de vacaciones y que se trata de simples vacaciones autopagadas por mí propio esfuerzo porque una vez llegado marzo tendré que madrugar como un cojudo hasta diciembre para ir a mi trabajo de lunes a viernes a renegar con tanto imbécil suelto que habla estupidez y media por doquier. Me mudo porque quiero amanecerme con la luz encendida de mi cuarto leyendo con furia y si se me da la gana oír la canción más piola de Amy Winhouse a todo volumen y ponerme a bailar a medianoche como uno de sus negritos del coro que tanto me simpatizan. Me mudo porque he crecido y no porque quiero demostrarle nada a nadie, (sólo las personas que me conocen saben que siempre estuve predispuesto a dar este gran paso, no por las puras aprendí a cocinar con cierto arte.)
Qué más puedo decir. Nada. Quiero que este nuevo depa sea mi cómplice, quiero que me reconozca como su propietario, quiero que se sienta mi ausencia, quiero publicar mi segundo libro y en plena presentación del mismo invitar a mis grandes amigos a que vayamos a mi casa a festejar como Dios manda, porque no es igual ser un escritor tipo Flaubert que un escritor tipo Balzac. Quiero festejar allí lo que no pudimos festejar y hablar, fumar un Lucky, oír a Nacho o a Charly o a Charly y a Nacho y desconectarme por un momento de tanta opresión que la vida misma nos da con un cigarrillo entre los labios, con cierta nostalgia pero con la seguridad que no nada nos pertenece que no viva en el recuerdo. Y mis padres y sus miradas junto a sus enseñanzas se van conmigo, nada de lo que siento cambiará porque me cambie de casa, absolutamente nada.
Nada de lo que yo pueda haber sentido al pensar en mi mudanza, no está en estos escritos.

9 comentarios:

Danny E. Barrenechea León dijo...

genial carajo casi hasta me arrancaz una lagrima, sabes a pesar de que me diluhi como un cobarde mirando a los ojos de mi pobre vieja, aun siento que tarde o temprano me ire, pero lo que da gusto es que hemos crecido y son pendejadas los años hemos crecido con nuestra letra, cabron tienes una prosa de puta mare, espero con ansias tu segundo libro, espero que sea mas libre, mas de un solo tiron como lo que acabo de leer, un eterno abrazo compadre lalin que ahi estaremos festejando bebiendonos el mar y fumandonos todo el planeta por tu valentia por nosotros por los escritores que seremos...

Eduardo Reyme Wendell dijo...

eso de la fumada lo apuntarè en mi agenda personal?

Lizbeth Alvarado Campos dijo...

Suerte? No. Éxitos, Lalo!
Se hace camino al andar!

(Ese Dany... me hizo reir)

Felipe dijo...

Ya era hora tremendo maricón y todavía viviendo en la jato de sus viejos. Más bien, si puedes múdate no tan al extremo de la ciudad, no tengas miedo, es más o menos lo mismo, pero con más carros y edificios viejos. Así pes para visitarte sin pensar antes en el largo trayecto, o en los libros para el camino. Pensando pes varón, ya lo decía Sábato "El tiempo es más importante que el dinero, siempre y cuando te paguen, y no creo que te paguen por soportar el tráfico de Buenos Aires". Bueno,en realidad no lo dijo Sábato, sino yo, un sábado.
Eso sì, un consejo, consìguete más de un amigo pa la mudanza, porque uno no sabe cuántas cosas tiene hasta que intenta llenarlas en una caja de cartón, costal o bolsa de plástico.
Otro consejo, cuando traslades la merca en un carro, camioneta o volquete, ten a la mano unas 20 lucas pa darle al policía corrupto que te parará por no tener permiso de mudanza.
Otro consejo, pulsea primero a los dueños de casa pa ver si se puede chupar, escapar por la ventana, gritar arengas a Pièrola y desvanecerse por tanto Zorba el Griego.

Saludos, avisa cuándo te mudas pa comprar la botella de champàn y romperla con otra botella de champàn.

Atte: Yoni Vega Veguita

Eduardo Reyme Wendell dijo...

1.-La dueña de la casa es Pierolista,loco y me ha prometido bailar Zorba el Griego con la gentita.
2.-Me mudo el lunes 22 de febrero a las 10:00 am.
3.-Tus consejos son muy pertinentes.
4.-Vega Veguita pàsate un polito de Amigos de cochahuaico pe.

Anónimo dijo...

oe por que no te vas a la mela,recontrababoso

Eduardo Reyme Wendell dijo...

gracias por leerme.

Danny E. Barrenechea León dijo...

me voy a comprar un detecta anonimo y cuando descubra kien es le voya meter la rata por los ojos, disculpa lalo hasta lo grotesco es poetico si de matar cabroones se trata.

pd
Detecta anonimos en otras palabras es detectador de ips...

Amaxia dijo...

Cuantos desadaptados!!!
(Eso va para los anónimos)