19 julio, 2009

Los meses de la felicidad


Aquí se quedaron con pena, hijo, mis amigas, tu tía, tu tío, tus primos. Pero así es la vida, y hay que seguir para adelante. Por eso no me he despedido de algunas personas, no porque sea ingrata, hijo, no pienses eso, es porque, ya sabes, me cuesta pues decir, chaito, chicas, bye bye. Hasta nuevo aviso. Mi avión sale a las 4:30 hora de Caracas y estoy en Lima a las 9, quiénes irán, hijo, cuenta pues, dime qué han preparado, suelta alguito, no seas así, pronto estaremos toditos juntos, llevan al bebe y lo abrigan, se acordará de mí...hola...hola...¿estás ahí?...te decía que hoy me levanté temprano y me alisté prontamente, las maletas están debidamente alineadas en la puerta de la casa, ¿el pasaje? En la cartera chica, no te preocupes, el aeropuerto queda lejitos de Caracas, ya falta poquito, espérenme un par de horitas más, ya llego ¿sí?
La vida, la mugrosita, la feita, esa que nos trata con palo de lunes a sábado y no descansa los domingos esta vez gira un poquito a mi favor. Esos aviones que surcan el cielo y suelo mirar cumpliendo el inútil rito de pedir buenos deseos para terceros por fin hoy han decidido aterrizar en Lima, después de tanta melancolía y tanta espera y tantas puteadas al mesenger que ante mis sentimientos o los de cualquier otro ser que extraña a su madre sólo tiene una carita amarillita, redondita que de pronto le das clic y explota en llanto la muy puta, o un corazoncito chiquitito inverosímil hasta para el enano más enano del mundo. Mal. Muy mal, señor Gates.
Welcome to Perú, oirás en los altoparlantes del avión, y no creerás que estás en Lima hasta después de que veas a tus hijos, y los apapachurres diciéndonos que tan gorditos andamos y que ingratos hemos sido a pesar de haber hablado contigo de lunes a domingo, y verás a tu nieto, y te emocionarás cuando te haga carrito o te diga ¡te-ta! Pero cuántos minutos de angustia han de pasar antes de ello, cuántas imágenes estarán pasando en este momento por tu cabeza como si fueran una película del director más capo de todos, es difícil separarse de los seres que uno más quiere, eso si lo sabré yo.
Uno quisiera en ese único instante partirse en dos para no dejar a nadie con pena, para evitar que las lágrimas se descuelguen de los ojos y se suiciden hacia el abismo más frío, más letal. Uno quisiera ser dos personas entonces, repito, y clonarse y dejar en un lado un poquito de nuestro yo para seguir avanzando hacia nuestro destino sin el remordimiento que quizá nuestra partida –antes de felicidad– ha traído una penita muy honda que nos aguijonea el corazón.
Y sólo nos quedan esos recuerdos, esas imágenes de las fotografías que registrarán nuestro paso por un espacio determinado en un tiempo determinado, y nunca sabremos que mientras sonreiamos en otro lado del mundo nos extrañaron. Sólo las partidas nos remiten a esa tristeza tan ambigua que se extenderá de seguro hasta las mangas de algún avión, y quizá no podremos dejar de sentir pena hasta después de quedarnos dormidos, pensando en que horas después en otro aeropuerto del mundo nos esperan más personas que nos aman y la sonrisa volverá al rostro y empezaremos a caminar y entonces pasaran los días para aquellas personas de las que nos despedimos y quizá pronuncien nuestro nombre por error o por costumbre o simplemente por cariño, para saber que aún ese poquito de nuestro yo aún flota en la casa.
Llega mamá a Lima con un cariño único, llega la música a la casa, llegan los domingos sin tristezas, llegan las risas, las bromas, llega todo. Y no hay que pensar que pasaran los días antes de que seamos nosotros los que nos quedemos extrañándote, hay que pensar que serán los meses de la felicidad, esa felicidad que la vida –cada vez– nos acorta más para demostrarnos que es efímera, señorial, creída, pasaran otros tantos días, y volverás a marcharte, mamá, y ya no serán ni las lágrimas de tu hermana, ni de tus sobrinos las que se lancen hacia el vacío, seremos nosotros los encargados de esa labor. Mientras llega ese día, prefiero sonreír.
Welcome, má.

2 comentarios:

Literalgia dijo...

muy largo

Anónimo dijo...

ay!!! tú,aprende a ser chaufa