26 julio, 2008

Dos películas de Aki Kaurismäki



* Sombras en el paraíso (Varjoja paratiisissa, 1986)

El inicio de Sombras en el paraíso no es un inicio brutal ni mucho menos busca capturar la atención con cantidades industriales de sangre, apenas observamos una puerta abriéndose de par en par, camiones de basura apilados uno al frente de otro, desplazándose para cumplir la labor diaria, matutina y monótona de limpiar la ciudad. Ese inmenso monstruo que alguien se atrevió a imaginar como una inmensa bestia de siete cabezas.
Desde el primer momento Sombras en el paraíso nos envuelve en un pesimismo que llama la atención. Los contenedores de basura, armatostes de fierro puro, casi agonizantes por el óxido, que se mueven lerdamente al compás de una melodiosa canción nos persuade. El transcurrir de esas máquinas hediondas avanzando una detrás de otra, cual hormigas, nos hacen pensar además en la burda monotonía. Aquí la única diferencia es que esa tristeza parece hasta envidiable. Y eso la película se lo debe a la música que se asoma y arriesga ante situaciones importantes y no tan importantes. El fondo musical no satura, es correcto hasta cierto punto, pero en más de una ocasión le resta protagonismo a sus personajes principales. Palmas aparte para Nikander(Matti Pellonpaa) un personaje que desarrolla estupendamente la personalidad de aquellas seres menos favorecidos en este mundo mecanizado, frívolo y por demás egoísta.
El resto de personajes al igual que Nikander son individuos marginales, periféricos, seres sociales ignorados que ven a su propia felicidad con cierto escepticismo. La soledad de la ciudad, el vacío de sus calles podría ser una pista para contrastar a los propios seres que transitan por ahí, podría incluso ser una postal perfecta para esbozar los sentimientos de quienes transcurren durante los sesenta minutos que dura este filme. Al principio estos mismos personajes no creen en sus metas, por el contrario, da la impresión de que los mismos piensan que sus objetivos son simples ráfagas de luz que se extinguen en medio de la oscuridad. Sin embargo, esa tentación hacia el fracaso los mueve, los vitaliza y los motiva a salir de sus pantanosas aguas. Así, por ejemplo, Nikander le ofrece trabajo a un alcohólico en la nueva empresa que piensa llevar a cabo con su amigo de toda la vida.
En la parte última Nikander conoce a Ilona (Kati Outinen), personaje por demás solitario como él mismo. Ambos se sienten atraídos. La soledad los une. El fracaso es algo en común, y los sueños, esas pequeñas luces que brillan en otro lugar es el objetivo de ambos, por eso el final es predecible. Quizá todo pueda resumirse en lo que le dice Nikander a Ilona, antes de embarcarse hacia una nueva ciudad, (¿para construir nuevos sueños?, ¿para ser feliz?, ¿para seguir huyendo?) “Ilona, sabes que es demasiado duro estar solo”.

* Sombras en el paraíso es además parte de la trilogía llamada del proletariado junto a otras películas como Ariel (1988) y La chica de las cerillas (1990).




*Luces al atardecer(Laitakaupungin valot, 2006)

Koistinen (Janne Hyytiäinen) es un policía que se siente al margen del mundo en el cual vive. La indiferencia de una ciudad que yace de espaldas a las necesidades de las personas parece conmoverle a él solo. Su trabajo, el de policía, no es el que siempre aspiró, sin embargo, lo cumple cabalmente y hasta aguantando las humillaciones que sus superiores le hacen aprovechándose de su apacible carácter que no explota ni aún cuando se sabe traicionado. De aproximadamente treinta años, Koistinen refleja la necesidad imperiosa de un tipo que sabiéndose perdedor intenta reconstruirse socialmente. Pedir su baja y fundar una empresa privada quizá es la prueba más clara a sus intenciones de reubicarse socialmente ante un mundo exigente que respeta a los poderosos y silencia a los marginales.
Koistinen en medio de tantos fracasos conocerá el amor y cuando se intuya ingenuamente que su vida tomará un camino positivo, la cruda realidad nos hará ver que el respetable policía a caído en una trampa. Unos mafiosos que intentan dar el golpe en una de las tiendas más adineradas de la ciudad se enteran que es Koistinen el encargado de cuidar la calle en donde se ubica ésta. Para ello primero tendrán que utilizar al policía a su antojo para no ser sospechosos frente a la ley. Los mafiosos elaborarán un macabro plan, y es ese plan el que refleje con más exactitud la idea esencial de Aki Kaurismäki para quien cree, al menos fílmicamente, que el mundo ya no respeta los sentimientos de nadie.
El policía entonces conoce a Mirja (Maria Järvenhelmi) una rubia de tez inocente quien logrará a través de engaños recopilar la mayor cantidad de información para que los mafiosos que le han pagado por sus calculadores servicios puedan dar el golpe definitivo y así asaltar la tienda sin la menor sospecha hacia ellos.
Todos entonces ganan, la mujer calculadora, los mafiosos sedientos de billetes manchados ahora con la inocencia dignidad de un pobre diablo llamado Koistinen quien una vez capturado no habla ni de ella ni de nadie, quizá creyéndola inocente, quizá intentándola salvar de este mundo que ha olvidado lo más esencial para poder seguir en pie. Lo único cierto es que Koistinen no habla de Mirja porque es la primera vez que su fracasada vida ha logrado algo positivo, el amor ha llegado hacia el policía y a él no le importa pasar dos años en una cárcel si son los suficientes años para salvar a la persona que ama. Lo único cierto es que su amor intenta salvarla de este mundo sin escrúpulos, sin piedad y mucho menos sin perdón.


*Luces al atardecer fue nominada como mejor película para el Oscar el año 2007. El director no asistió a dicha entrega, tampoco ganó.