04 enero, 2009

La casa sutil


Luego de varios meses, hoy, por fin, ha llegado el contrato de mi nuevo departamento (en realidad es una casa) a la que llegaré con mis libros, mis películas, mi computadora, mi música, y todas esas cosas que son vitales para mí.
He pensado por el momento comprarle una casa de madera a Dalla. Una casa grande y bonita, con su nombre inscrito en la parte superior y claro, de su color favorito (creo que es el rosado). Ella también saldrá beneficiada, por supuesto. Aunque sé que a ella también le costará mucho la aclimatación en su nuevo hogar.
Por otra parte, me pone más que contento saber que mi biblioteca ha reclamado más espacio, una porción considerable, casi como si ésta reclamara vida propia, (¡cuántos años me tardo darle vida! ¡cuántos!), da la apariencia, sin embargo que la videoteca le ha declarado la guerra a la biblioteca pues no se queda tan atrás y empieza a ser respetada por quienes la han visto hasta ahora.
En este lugar (una vez más)tendré que acostumbrarme poco a poco a reconocer mi propio espacio cual si fuera un gato. Será un proceso largo, pero en realidad no hay nada más reconfortante para mí que saber que en el lugar en donde estaré a partir de estos días instalado será lo mejor para todos.
Antes de celebraciones en el nuevo bunker, he pensado intentar ordenarlo de tal manera que lo sienta poco a poco parte de mí. De eso también se trata la vida, de irnos acostumbrarnos a cambios radicales. Por ese aroma que me recuerda a mi infancia es más que seguro que en el jardín habrán jazmines trepando las paredes y enredando mis mañanas. Por ahora debo seguir embalando a los Flaubert y a los Balzac, el problema de todas las mudanzas, qué libros pongo al fondo de la caja qué libros los transporto casi personalmente. ¿Alguien dijo te ayudo?