"...Uno escribe para quitarse el veneno que ha acumulado debido a su falso modo de vida, intentando recapturar su inocencia, pero lo único que logra es inocular el mundo con el virus de su desilusión. Nadie pondría una sola palabra en papel si tuviera el valor necesario para vivir aquello en lo que creía..." (Henry Miller)
19 septiembre, 2008
Shine a ligth (2008)
El último trabajo de Martin Scorsese es un documental brillante acerca de una de las bandas más importantes de todos los tiempos, los rolling Stones. A lo largo de la cinta nos acercamos a la intimidad del grupo, y las imágenes nos persuaden pues encontramos en ellas todavía a esos ex–muchachitos de la lengua roja inyectando energía por doquier y desde bambalinas, antes de la explosión de luces y buen rock que realizan como en sus buenos tiempos.
Quizá ese rasgo sea uno de los más claros que busca esbozar Scorsese para retratar y capturar la esencia de uno de los grupos que rompió moldes dentro del rock universal. Y es que Shine a ligth transmite una furia escénica incontenible, una desbordada vitalidad que parece competir con la propia velocidad de las cámaras del bueno de Marty, sin embargo, la cinta tiene una complementariedad que la convierte en un documental en todo el sentido de la palabra. Aquí queda de manifiesto además la voz del joven Mick Jagger, con un semblante más que alegre casi asustadizo, respondiendo y augurando con mucha sinceridad el destino del grupo.
Vemos en Shine a ligth fragmentos que nos muestran la vida de cada uno de los integrantes, vida que puede filtrarse a través de sus respuestas y sus propios miedos, tanto Charlie Watts como Keith Richards, cada uno en su propio estilo, por ejemplo, aparecen en este documental con sus particulares formas de ser, dando entrevistas y confirmando que los Stones fueron un espectáculo dentro y fuera de los escenarios.
Scorsese apuesta además con Shine a ligth en desarrollar una cinta alterna; vemos dentro del documental la historia del propio director intentando cubrir cada uno de los movimientos de Jagger. El espectador entonces es cómplice del lente que nos traza la ruta para poder acercarnos al objeto, al espectáculo en sí.
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